Miopía infantil: causas, síntomas y soluciones

Miopía infantil: causas, síntomas y soluciones

La miopía infantil es cada vez más común, y no es casualidad. El estilo de vida actual, con muchas horas delante de pantallas y poco tiempo al aire libre, está 

Definición médica de la miopía infantil

La miopía infantil es un trastorno de la visión que provoca que el niño vea mal de lejos pero bien de cerca. Esto ocurre porque el globo ocular es más largo de lo normal o porque la córnea tiene demasiada curvatura. Como resultado, las imágenes lejanas se enfocan delante de la retina en lugar de hacerlo directamente sobre ella.

En términos sencillos: el niño puede leer sin problema un libro o ver la tablet, pero le cuesta reconocer la cara de alguien al otro lado del aula o leer lo que hay escrito en la pizarra. Esto no solo afecta a su rendimiento escolar, sino también a su forma de relacionarse con el mundo.

La miopía en niños suele aparecer entre los 6 y los 12 años, aunque en algunos casos puede diagnosticarse antes. Y una vez que comienza, lo habitual es que progrese durante la infancia y la adolescencia, especialmente si no se controla adecuadamente.

Diferencias entre miopía, hipermetropía y astigmatismo en niños

Es fácil confundir distintos problemas de visión, sobre todo cuando los síntomas se solapan. Pero no todos los errores refractivos son iguales. Aquí te dejamos una comparación rápida para entender mejor la miopía infantil:

  • Miopía: el niño ve bien de cerca pero mal de lejos. Es el problema visual más asociado al uso prolongado de pantallas y a la falta de luz natural.

  • Hipermetropía: lo contrario. Se ve mejor de lejos que de cerca. En niños pequeños es relativamente frecuente, pero muchas veces se corrige de forma natural con el crecimiento.

  • Astigmatismo: la visión se distorsiona tanto de cerca como de lejos, debido a una curvatura irregular de la córnea. Puede coexistir con miopía o hipermetropía.

Saber identificar estos problemas no siempre es fácil para los padres, ya que los niños no suelen quejarse directamente de “ver mal”. Por eso, una revisión visual completa realizada por un especialista es esencial para diferenciar con claridad el tipo de defecto visual que presenta el menor.

¿Cómo se manifiesta la miopía infantil en los niños?

La miopía infantil no siempre da la cara de forma evidente. De hecho, muchos niños no saben explicar que ven mal o simplemente creen que su forma de ver el mundo es normal. Por eso es fundamental que padres, docentes y cuidadores aprendan a reconocer las señales. Detectar a tiempo los síntomas puede evitar problemas mayores, tanto a nivel académico como emocional.

A continuación, te explicamos cuáles son los síntomas más habituales de la miopía en niños y qué comportamientos pueden hacernos sospechar de un posible problema visual.

Síntomas habituales según la edad

Los signos de la miopía infantil pueden variar dependiendo de la edad del niño. Aunque cada caso es diferente, hay ciertos patrones que se repiten con frecuencia:

  • En preescolares (3 a 5 años): en esta etapa es más difícil que el niño verbalice lo que ve. Es posible que se acerque mucho a la televisión o a los libros, que incline la cabeza para mirar o que muestre desinterés por juegos visuales a distancia, como atrapar una pelota.

  • En escolares (6 a 12 años): es habitual que empiecen a quejarse de que no ven bien la pizarra, entrecierren los ojos al mirar de lejos o pidan sentarse más cerca en clase. También pueden aparecer dolores de cabeza, cansancio ocular o problemas de concentración.

  • En adolescentes: además de los síntomas anteriores, pueden tener dificultades para ver señales de tráfico al aprender a montar en bicicleta o patinete, o notar que el rendimiento escolar baja sin motivo aparente.

En cualquier etapa, si el niño ya lleva gafas y empieza a manifestar nuevamente alguno de estos síntomas, es importante revisar si ha cambiado la graduación. La miopía infantil progresiva es una realidad, y necesita seguimiento.

Señales que deben alertar a padres y educadores

No siempre hay una queja directa de “no veo”. A menudo, lo que primero se detecta es un cambio en el comportamiento. Estas son algunas señales que deben hacernos sospechar:

  1. Se acerca mucho a los objetos: libros, pantallas o incluso personas. Es una de las señales más claras.

  2. Evita actividades al aire libre: algunos niños con miopía no disfrutan de los juegos en el parque o deportes como el fútbol porque no ven bien la pelota o a sus compañeros.

  3. Baja el rendimiento escolar: si antes sacaba buenas notas y ahora parece desconectado, puede que simplemente no esté viendo bien la pizarra.

  4. Falta de atención o distracción constante: la dificultad visual puede hacer que el niño se aísle o se frustre.

  5. Parpadeo excesivo o frotarse los ojos con frecuencia: estos gestos pueden estar relacionados con fatiga ocular o esfuerzo visual prolongado.

Algunas de estas señales pueden parecer comportamientos normales en la infancia. Sin embargo, cuando se repiten o se mantienen en el tiempo, conviene hacer una revisión visual completa. La miopía infantil no se resuelve sola, y cuanto antes se detecte, mejor se podrá controlar su evolución.

Causas de la miopía infantil y factores de riesgo 

La miopía infantil no aparece de la nada. Aunque en muchos casos su desarrollo es gradual, existen ciertos factores que pueden influir ,y mucho, en su aparición y progresión. Saber qué provoca esta alteración visual en los más pequeños es clave para actuar a tiempo y, en algunos casos, incluso prevenir que avance tan rápido.

En esta sección analizamos los principales desencadenantes de la miopía en niños, desde la genética hasta los hábitos del día a día, con el objetivo de ayudarte a comprender mejor este problema visual que cada vez afecta a más menores.

Influencia genética y antecedentes familiares

Uno de los factores más determinantes en la aparición de la miopía infantil es la herencia. Si uno de los padres es miope, el riesgo de que el niño también lo sea aumenta de forma significativa. Y si ambos lo son, las probabilidades se multiplican.

Esto no quiere decir que el niño desarrollará miopía sí o sí, pero sí implica que conviene estar más atentos a las primeras señales. La estructura del globo ocular, que es clave en la aparición de este trastorno, suele tener un componente genético importante.

Por eso, si en tu familia hay antecedentes de miopía, lo recomendable es realizar revisiones visuales periódicas desde edades tempranas, incluso aunque no haya síntomas evidentes.

Factores ambientales: uso de pantallas, lectura prolongada y luz natural

Aunque la genética tiene un peso relevante, los hábitos visuales diarios influyen ,y mucho, en el desarrollo de la miopía en niños. En los últimos años, se ha observado un aumento preocupante de casos de miopía infantil coincidiendo con el incremento del uso de dispositivos electrónicos y cambios en el estilo de vida.

Entre los factores ambientales más relevantes destacan:

  1. Uso excesivo de pantallas: móviles, tabletas, ordenadores o incluso consolas. Pasar muchas horas con la vista fija a corta distancia, sin descanso visual, puede favorecer la elongación del ojo, uno de los mecanismos que produce la miopía.

  2. Lectura o escritura prolongada sin descansos: estudiar durante horas seguidas, sin levantar la vista o sin cambiar de enfoque, puede tener el mismo efecto. La miopía infantil no aparece por leer, pero sí puede acelerarse si no se combinan estas actividades con tiempo al aire libre o descansos visuales.

  3. Falta de exposición a la luz natural: diversos estudios han demostrado que los niños que pasan más tiempo al aire libre tienen menos riesgo de desarrollar miopía. La luz natural ayuda a regular el crecimiento ocular, y además favorece una mayor profundidad de campo visual.

Por eso, un estilo de vida equilibrado, con ratos de juego en el exterior, pausas visuales frecuentes y un uso responsable de las pantallas, puede marcar la diferencia en la salud visual de los niños.

Cambios en el estilo de vida moderno y su impacto visual

Vivimos en una sociedad que fomenta, sin querer, el sedentarismo visual. Actividades que antes se hacían al aire libre ,como jugar con amigos o explorar el entorno, hoy se han sustituido muchas veces por juegos digitales, televisión o deberes interminables.

Este cambio de rutinas ha creado un entorno que favorece el desarrollo de la miopía infantil, especialmente en entornos urbanos donde el acceso a espacios abiertos es limitado.

Además, en la etapa escolar, la presión académica y las exigencias de concentración prolongada también contribuyen a que la vista esté cada vez más centrada en distancias cortas.

Cómo frenar la miopía infantil: tratamientos

Cuando un niño es diagnosticado con miopía infantil, muchos padres piensan que la única solución es ponerle gafas y esperar a que su vista “se estabilice con la edad”. Pero lo cierto es que hoy existen tratamientos específicos para frenar la progresión de la miopía y ayudar a conservar una buena salud visual a largo plazo. Cuanto antes se actúe, más eficaz puede ser la intervención.

En esta sección, repasamos las principales opciones disponibles, desde las más tradicionales hasta las más innovadoras, todas con respaldo profesional y utilizadas en clínicas oftalmológicas y ópticas especializadas.

Gafas graduadas: corrección y comodidad

Son la solución más conocida y, en muchos casos, el primer paso tras el diagnóstico de miopía infantil. Las gafas graduadas permiten que el niño vea con nitidez de lejos, lo que mejora de forma inmediata su rendimiento escolar y su seguridad en el día a día.

Eso sí, aunque corrigen la visión, no frenan por sí solas la progresión de la miopía. Por eso, en los últimos años se han desarrollado lentes especiales que sí lo hacen, como veremos a continuación.

Lentes oftálmicas con control de miopía

Estas lentes están diseñadas específicamente para ralentizar el crecimiento del globo ocular, que es el principal responsable del aumento de la miopía en niños. Se diferencian de las lentes tradicionales en que tienen una geometría especial que distribuye la luz de forma más uniforme sobre la retina, lo que reduce el estímulo que provoca el avance de la miopía.

Algunas marcas conocidas en el sector óptico ya ofrecen este tipo de cristales, y los estudios clínicos han demostrado que pueden reducir significativamente la progresión anual de la miopía infantil. Son una excelente opción para niños que aún no están preparados para usar lentes de contacto.

MiYOSMART: una lente innovadora y efectiva para frenar la miopía infantil

MiYOSMART es una lente desarrollada por HOYA y recomendada por Cottet, diseñada específicamente para ralentizar la progresión de la miopía infantil gracias a su tecnología D.I.M.S., que ha demostrado reducir el avance en un 60 % frente a gafas convencionales.

 A diferencia de otros tratamientos, no es invasiva, se adapta a cualquier montura infantil y ofrece protección UV. Está indicada desde los 6 años y cuenta con respaldo clínico de hasta seis años de seguimiento. 

En Cottet, ofrecemos una valoración visual completa y asesoramiento personalizado para integrar estas lentes dentro de un plan efectivo de control de miopía adaptado a cada niño. Pide cita hoy mismo para una evaluación sin compromiso.

Lentes de contacto especiales (orto-k)

Las lentes Orto-K (ortoqueratología) se colocan por la noche, mientras el niño duerme, y moldean suavemente la córnea. Al despertar, el menor puede ver bien durante todo el día sin necesidad de llevar gafas ni lentes de contacto.

Pero lo más interesante es que esta técnica también tiene un efecto de control sobre la progresión de la miopía. Es decir, no solo mejora la visión temporalmente, sino que también ayuda a que la miopía avance más despacio.

Eso sí, es fundamental que se realice un seguimiento regular con un optometrista especializado, ya que el uso de estas lentes requiere una buena higiene y cumplimiento estricto de las pautas.

Gotas de atropina en baja concentración

Las gotas de atropina diluidas (al 0,01 % o 0,05 %, según el caso) son una opción que ha ganado protagonismo en los últimos años. Aunque su mecanismo exacto aún se sigue investigando, se ha comprobado que pueden frenar notablemente la progresión de la miopía infantil, sobre todo en niños entre 6 y 12 años.

Estas gotas se aplican una vez al día, normalmente por la noche, y deben ser prescritas y controladas por un oftalmólogo pediátrico. No afectan de forma significativa a la visión cercana ni provocan efectos secundarios graves, aunque al principio pueden causar algo de fotofobia o visión borrosa leve.

Combinación de tratamientos y seguimiento individualizado

En muchos casos, la mejor estrategia consiste en combinar varios métodos, siempre bajo supervisión de profesionales. Por ejemplo, unas gafas con lentes de control de miopía y gotas de atropina, o bien lentes Orto-K con recomendaciones sobre estilo de vida y control del tiempo de pantalla.

Lo más importante es hacer un seguimiento continuado y personalizado, ya que cada niño progresa de forma distinta. La miopía infantil no se puede revertir, pero sí se puede ralentizar su avance para evitar que alcance niveles altos, lo que a largo plazo reduce el riesgo de complicaciones como desprendimiento de retina o glaucoma.

Prevención y hábitos saludables para cuidar la vista

Aunque no siempre se puede evitar, en muchos casos la miopía infantil se puede ralentizar ,e incluso prevenir, si se adoptan ciertos hábitos desde una edad temprana. No se trata de eliminar por completo el uso de pantallas o prohibir la lectura, sino de encontrar un equilibrio saludable que permita a los ojos desarrollarse de forma adecuada.

En esta sección te contamos qué medidas sencillas puedes incorporar en la rutina diaria de tus hijos para proteger su salud visual y reducir el riesgo de desarrollar miopía o frenar su progresión si ya ha aparecido.

Tiempo recomendado de exposición a pantallas según la edad

El uso de dispositivos electrónicos se ha convertido en parte de la vida cotidiana, incluso en la infancia. Pero un uso excesivo y prolongado puede favorecer la aparición de la miopía infantil, ya que obliga al ojo a mantener el enfoque en distancias cortas durante mucho tiempo.

Las recomendaciones generales son:

  • Menores de 2 años: evitar totalmente las pantallas (excepto videollamadas puntuales).

  • De 2 a 5 años: máximo una hora al día, siempre con contenido de calidad y supervisión adulta.

  • De 6 a 12 años: no más de dos horas al día de ocio digital (sin contar tareas escolares).

Además, es fundamental que los niños hagan pausas cada 20 o 30 minutos de actividad visual cercana. Una técnica sencilla y eficaz es la regla 20-20-20: cada 20 minutos, mirar algo a más de 6 metros durante al menos 20 segundos.

Actividades al aire libre y su papel protector

Diversos estudios han demostrado que pasar tiempo al aire libre es uno de los factores más eficaces para prevenir la miopía infantil. La luz natural estimula la dopamina en la retina, una sustancia que regula el crecimiento del ojo y que podría evitar que se alargue en exceso, que es precisamente lo que causa la miopía.

Por eso, se recomienda que los niños pasen al menos dos horas al día al aire libre, ya sea en el parque, jugando en el jardín o practicando algún deporte. No es necesario que sea una actividad estructurada: simplemente estar fuera, expuestos a la luz natural, ya aporta un beneficio visual significativo.

Importancia de la postura y la iluminación al leer o estudiar

Otro factor a tener en cuenta para cuidar la vista de los más pequeños es cómo realizan sus actividades de cerca. Una mala postura o una iluminación inadecuada puede forzar la vista y favorecer la fatiga ocular, que a la larga puede contribuir a empeorar la miopía.

Algunos consejos útiles:

  • Mantener una distancia mínima de 30-40 cm al leer o escribir.

  • Usar una silla y mesa adecuadas a su altura, para evitar inclinarse demasiado.

  • Asegurar una buena iluminación: luz natural siempre que sea posible, o una lámpara de escritorio orientada desde el lado opuesto a la mano dominante del niño.

Crear un espacio visualmente cómodo ayuda a reducir el esfuerzo ocular diario y mejora el rendimiento escolar.

Ejercicios visuales y descansos frecuentes

Aunque los ejercicios visuales no curan la miopía infantil, pueden ayudar a aliviar el cansancio ocular y mejorar la flexibilidad visual, especialmente en niños que pasan muchas horas estudiando o con dispositivos electrónicos.

Algunas ideas sencillas:

  1. Enfocar y desenfocar: pedir al niño que mire su dedo cerca de la cara y luego algo lejano, varias veces seguidas.

  2. Giros oculares: mover los ojos en diferentes direcciones sin mover la cabeza, como si dibujara un círculo con la mirada.

  3. Parpadeo consciente: enseñarles a parpadear más a menudo, sobre todo cuando están delante de una pantalla, para evitar la sequedad ocular.

Estos ejercicios se pueden hacer en pocos minutos y ayudan a “descansar” los ojos entre actividades.

Dudas frecuentes sobre la miopía infantil

Cuando a un niño se le diagnostica miopía infantil, es normal que surjan muchas preguntas. Algunas vienen de los padres, otras del entorno escolar, e incluso los propios niños pueden mostrar curiosidad ,o preocupación, por lo que les está ocurriendo. Entender bien el problema es el primer paso para afrontarlo con tranquilidad y tomar decisiones adecuadas.

En esta sección respondemos a las preguntas más habituales sobre la miopía en niños, con explicaciones claras, honestas y basadas en experiencia clínica y evidencia científica.

¿La miopía siempre va a más?

No necesariamente, aunque la miopía infantil tiende a progresar con el crecimiento, sobre todo durante la etapa escolar y la adolescencia. Sin embargo, si se actúa a tiempo y se combinan hábitos saludables con tratamientos de control (como lentes especiales o gotas de atropina), es posible ralentizar su avance e incluso estabilizarla antes de la vida adulta.

Cada caso es distinto. Por eso es fundamental realizar revisiones periódicas con un profesional de la visión que pueda ajustar el tratamiento según la evolución del niño.

¿Se puede revertir la miopía?

La respuesta breve es no. La miopía, una vez aparece, no desaparece de forma natural. Lo que sí se puede ,y debe, hacer es prevenir que avance rápidamente. A día de hoy, no existe un tratamiento que elimine la miopía infantil, pero sí muchos recursos para frenarla y mantenerla en niveles bajos, lo que reduce riesgos a largo plazo.

En adolescentes o adultos, la cirugía refractiva con láser puede corregir la miopía, pero no está recomendada hasta que el crecimiento del ojo se haya estabilizado.

¿Qué gafas son las más adecuadas para niños?

Las gafas para niños deben adaptarse al estilo de vida del niño, a su edad y a la graduación prescrita. Algunas recomendaciones generales:

  • Monturas resistentes y ligeras: los niños son activos, por lo que es importante que las gafas aguanten bien el uso diario sin resultar incómodas.

  • Cristales con tratamiento antirreflejante y filtro azul: muy útiles si el niño usa pantallas con frecuencia, ya que reducen la fatiga visual.

  • Lentes de control de miopía: si el especialista lo considera oportuno, pueden ayudar a ralentizar el avance de la miopía infantil.

También es clave que el niño participe en la elección de sus gafas para que se sienta cómodo y las lleve con confianza.

¿Es normal que cambie la graduación cada año?

Sí, es bastante habitual. En los primeros años tras el diagnóstico, especialmente entre los 6 y los 12 años, la miopía puede aumentar entre 0,5 y 1 dioptría por año. Este ritmo puede variar según el estilo de vida, los factores genéticos y si se está aplicando algún tratamiento de control.

Por eso, es importante no descuidar las revisiones visuales. Un cambio en la graduación no significa necesariamente que el tratamiento no funcione, sino que forma parte del desarrollo natural del ojo durante el crecimiento.

Conclusión: cómo actuar ante la miopía infantil

En Cottet, llevamos más de un siglo comprometidos con el cuidado de la salud visual, y sabemos que la miopía infantil no es simplemente una cuestión de gafas. Es un tema que va mucho más allá, porque afecta al aprendizaje, al desarrollo emocional y a la calidad de vida del niño. Por eso, cuando hablamos de miopía, hablamos también de prevención, seguimiento y acompañamiento familiar.

La buena noticia es que hoy disponemos de soluciones reales y eficaces para frenar su progresión: desde lentes especiales hasta tratamientos como Orto-K o gotas de atropina, siempre bajo supervisión profesional. Pero igual de importante que el tratamiento es el entorno: fomentar el juego al aire libre, limitar el uso de pantallas y realizar revisiones visuales periódicas puede marcar una gran diferencia.

En nuestros centros Cottet, contamos con especialistas para evaluar la visión de los más pequeños. Cada niño es único, y por eso ofrecemos un asesoramiento totalmente personalizado, con un enfoque cercano, profesional y de confianza.

Si sospechas que tu hijo puede tener miopía, o si ya ha sido diagnosticado, te animamos a visitarnos y echar un vistazo a nuestra selección de gafas infantiles. Porque detectar a tiempo y actuar con las herramientas adecuadas puede cambiar no solo su forma de ver, sino también su forma de crecer. En Cottet, vemos más allá de los ojos: cuidamos de su futuro.